¿Quién es Jesús?

Por: Sheij Abdulkarim Paz

El Sagrado Corán habla en diversos capítulos sobre Jesús (P), por ejemplo en la sura 4, versículo 171: "...EI Ungido, Jesús, hijo de María, es solamente el enviado de Dios y Su Palabra, que Él ha comunicado a María un espíritu que procede de El ¡Creed, pues, en Dios y Sus enviados!”. En este versículo y otros, vemos que Jesús guarda un lugar elevadísimo ya que fue creado en el vientre virgen de María (P), de un modo milagroso y como muestra de la Misericordia de Dios para la humanidad. Además, fue creado de la Palabra de Dios y de Su Espíritu, de modo que el Sagrado Corán lo denomina Ruhullah o Espíritu de Dios.

En el texto coránico en el capítulo denominado María, que lleva el número 19, menciona las primeras palabras pronunciadas mila­grosamente por Jesús (P), desde la cuna cuando era un niño como prueba de su condición de Enviado de Dios y para defender a su Santa Madre de las acusaciones infames. "Ella (María) señaló al niño que estaba en la cuna y ellos dijeron: ¿Cómo vamos a hablar a uno que aún está en la cuna, a un niño? Dijo él (Jesús): "Soy el siervo de Dios. Él me ha dado la Escritura y ha hecho de mi un Profeta". Me ha bendecido donde­quiera que me encuentre y me ha ordenado la oración y la caridad mientras viva, Y que sea piadoso con mi madre. No me ha hecho violento, desgracia­do. La paz sobre mí el día que nací, el día que muera y el día que sea resuci­tado a la vida. Tal es Jesús hijo de María..." (S. Corán 19:29-34).

No decimos que sea el hijo de Dios, porque como nos enseña el Sagrado Corán: "Para Dios, Jesús es semejante a Adán, a quien creó de tierra y a quien dijo: "¡Sé!" y fue" (S. Corán 3: 59).

La tradición islámica muestra a Jesús dueño de una extraordina­ria sapiencia mediante la cual definía la profunda realidad del mun­do y exhortaba con su conducta y su palabra al ascetismo y desape­go. El mismo no tenía casa, ni montura, ni esposa e hijos y con res­pecto al mundo decía: "¿Quién construye una casa sobre las olas del mar? ¡Oh gente, el mundo es como un mar agitado!, ¿Por qué lo tomáis como un lugar de residencia estable y permanente?".

Quizás una de las razones por las cuales Jesús enfatizaba el des­apego a lo mundano residía en el hecho de que en aquel entonces los judíos se habían inclinado en exceso a las ilusiones materiales de este mundo tras un período, luego del fallecimiento del Profeta Moisés, en el cual habían alcanzado el poder en sucesivos gobier­nos. Del mismo modo que Ali Ibn Abi Talib (P) continuamente ad­vertía a la comunidad islámica acerca de los peligros del materialis­mo y el goce de los placeres mundanales en exceso.

Es una tradición de Ali (P), el sucesor del Profeta Muhammad (BP), leemos que mientras se refería al valor de lo mundano se­ñalaba al Profeta Jesús (P) y decía: "tomaba a la piedra como almohada, vestía ropas rústicas, comía vegetales silvestres, estaba la mayor parte del tiempo hambriento, su lámpara de noche era la luna y en el invierno, su único refugio eran los horizontes del oriente y el occidente. Sus frutas y verduras eran las mismas que la tierra hacía brotar para los animales. No tenía una esposa que lo distraiga, ni hijos que lo aflijan, ni riqueza que ocupe su atención. No tenía codicia alguna que lo rebaje, su transporte eran sus pies y sus sirvientes sus manos".

En otra tradición del Imam Ali (P) sobre la extraordinaria perso­nalidad de Jesús (P) nos recuerda las palabras de éste último cuando decía: "Por las noches al dormirme nada poseo y lo mismo durante el día, sin embargo no hay hombre más rico que yo sobre la faz de la tierra".

En otra tradición islámica leemos y constatamos que Jesús (P) es­taba en el desierto cuando se precipitó una intensa lluvia. Jesús (P) no tenía donde refugiarse hasta que divisó una tienda a lo lejos. Se dirigió hacia allí, pero al llegar vio a una mujer que se encontraba sola por lo que no entró en ella sino que se volvió en busca de otro refugio. Jesús (P) era un Profeta joven pero extremadamente piado­so a quién Satanás jamás pudo doblegar.

La tradición islámica cita, entre otra de las cualidades de Jesús, la de ser un permanente triunfador en la continua lucha interior por la purificación de la propia alma y en la lucha por la defensa de los oprimidos y desposeídos, a quienes siempre se esforzó por hacerles llegar el mensaje de la verdad y la justicia. Les enseñaba que ellos no eran pobres por un designio divino, sobre todo si eran gente de tra­bajo de sol a sol, sino que sus privaciones estaban relacionadas con el abuso de las minorías poderosas.

Con respecto a la humildad de Jesús es conocido el episodio en que lavara los pies de los apóstoles. Ellos, en principio se negaron pero Jesús les dijo: "Debo hacerlo a fin de que vosotros aprendáis la hu­mildad que siempre debéis guardar frente a vuestros discípulos".

Esta actitud se suma al modo de vida simple y su permanente compañía junto a los pobres, débiles y enfermos.

La tradición también da cuenta de cómo el profeta Jesús se en­frentó en numerosas ocasiones a Satanás y de cómo éste fue doble­gado una y otra vez hasta llegar a reconocer que jamás pudo some­terle.

Jesús (P) fue un maestro y un guía para la gente, especialmente para los hijos de Israel, es decir, el Profeta Jacob. Para ejercer su misión tuvo que enfrentarse a los desvíos de algunos religiosos y algunos sectores de la comunidad judía que habían alejado a ésta del espíritu y letra de la Torah (el Pentateuco).

Esta permanente tensión y enfrentamiento de Jesús (P) con los falsarios que se negaban a reconocer su profecía condujo finalmen­te a éstos a tramar en su contra. La personalidad excepcional de los profetas y de sus seguidores es multidimensional y reúne aspectos aparentemente contradictorios, como alegría y tristeza, adoración y compromiso social, retiro y presencia en la sociedad, política y asce­tismo, etc. Jesús (P) reunía todos estos aspectos en su personalidad.

Le fue dicho: "¿Quién te ha educado?". Respondió: "No me ha edu­cado nadie, he visto la vileza de la ignorancia y me he apartado de ella".

Jesús (P) durante sus treinta años de vida, permanentemente es­taba junto a los desposeídos y a los pobres, por supuesto sin descui­dar sus obligaciones de guiar a los ricos y recordarles sus deberes y obligaciones que satisfacen a Dios, como el justo trato con la gente y evitar el despilfarro en banalidades cuando otros sufren. Se ocupa­ba de los problemas de la gente y curaba a los enfermos. Narra Ibn Abbas, tío del Profeta Muhammad (BP): " Jesús acostumbraba a recorrer a la gente de Bani Israel (Hijos de Israel) ysi encontraba a al­guien necesitado, le ayudaba.

Cuando era niño, su madre lo llevó donde un maestro para que le ense­ñase. Él comenzó a impartirle la primera lección y luego del Bismil-lah (in­vocar el nombre de Dios para comenzar cualquier acción), le dijo:

"Di el alfabeto y su correspondencia numérica". Jesús preguntó: "¿Qué es el alfabeto?" El maestro, que desconocía su interpretación, lo autorizó a que Jesús responda, y Jesús se lo interpretó hasta el final. Entonces, el maestro le dijo a María: "Llévalo, tu hijo no necesita ningún maestro",

Cuando Jesús (P) enfermaba en su niñez, el mismo le daba a su madre las instrucciones para preparar los remedios. Tenía menos de diez años cuando le fue revelado el Evangelio.            .

Para el Islam entonces, Jesús es un representante de Dios. Su pa­labra es la palabra divina y su orden es la orden de Dios. Su ejemplo es el camino. El Profeta Muhammad (BP) ha ampliado ese ejem­plo a todos los órdenes de la vida individual y social. No hay dife­rencias entre estos dos grandes mensajeros de Dios.

Me parece muy importante aclarar a nuestros hermanos cristianos que coincidimos, como puede apreciarse en algo muy esencial con ellos y es que ambos tenemos a Jesús y a su Madre, la paz sea con ambos, como modelos a seguir y que en nuestra sociedad actual, donde Dios y los profetas tienen poca o ninguna incidencia en los ámbitos de tomas de decisiones importantes, deberíamos colaborar más estrechamente para, como marcan nuestros líderes, acrecentar la conciencia de Dios y la suprema felicidad y realización humana que consiste en conocerlo, amarlo y consecuentemente obedecerlo, axial como a Sus representantes.

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www.islamoriente.com, Fundación Cultural Oriente

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